domingo, 29 de julio de 2007

Espejismo

Un pedacito de imaginación se pósó un día junto a mi ventana y no pude hacer más que abrir para dejar que pasará, fue así como nació esta pequeña historia.

Llueve y no puedo evitar sentir el espejismo que se esconde detrás de mí. Me giro para ver su silueta sinuosa y sugerente que parece difusa entre un mar de nubes. El aire helado corta mi respiración y un escalofrío recorre mi espalda llenándome de inseguridad y miedo. El temor irracional se apodera de mí, sigo sintiendo la extraña apariencia que no deja de perseguirme incansable. Quiero gritar y quiero huir pero sé que siempre me va a encontrar porque siempre me sigue allá a donde voy, hasta al fin del mundo si hace falta. Oigo su risa inhumana y vacía, siento que me mira y me observa, lo sabe todo de mí y eso me aterra.

Salgo corriendo por las calles grises de la ajetreada ciudad, nadie se fija en mí y no me importa, solo deseo marcharme lejos, muy lejos, a un lugar en donde nadie pueda encontrarme, un lugar en donde me pueda sentir segura, un lugar en donde poder refugiarme.

Y mantengo la esperanza de que existe algo así pero en el fondo de mi alma sé que no y me hago más daño a mí misma por engañarme de esa forma tan cruel pero solo ese fino hilo es el que aún me mantiene con vida porque si pienso que no hay nada más entonces no me serviría de nada vivir. Me aferro con mano de hierro a la pequeña luz de la oscuridad y creo que si algún día la encuentro ya no habrá más.

Mi cuerpo tiembla irremediablemente, el cansancio entrecorta mi respiración pero el espejismo de los recuerdos todavía me sigue, me observa y se ríe. Se ríe de mi temor, de mi debilidad y de mi desgracia y sabe que no lo soporto pero continúa haciéndolo porque le divierte.

Las lágrimas empañan mis ojos y nublan mi visión. Caigo al suelo y me levanto, vuelvo a caer y me vuelvo a levantar, en la oscuridad puedo ver la pequeña motita de luz que me atrae hacia ella diciéndome que allí estará la libertad.