miércoles, 4 de febrero de 2009

Soledad


Y la soledad llamó a mi puerta, y me dijo que no temiese, que era la realidad, mi realidad. Y la dejé pasar, y me senté a su lado, y la contemplé por largo tiempo, y dormí en su regazo, y la acaricié cuando necesitó de ello, y la acuné entre mis brazos cuando hizo frío. Y en las largas noches de invierno la vi menguar.... despacio.... Y en los días de verando la vi correr... y la seguí, allá a donde fuese, era mía, me pertenecía a mí. Había venido ante mi puerta y yo la había acogido, ella lo era todo para mí, yo lo era todo por ella.

Y hoy la di un cálido beso en la frente. La murmuré que estuviese tranquila, que no temiese, siempre estaría allí a su lado, cuidándola, guardándola...

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